Domingo I Tiempo Ordinario
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Iniciamos hoy un nuevo año litúrgico, empezamos un nuevo tiempo litúrgico, el adviento. La espiritualidad de la Iglesia es litúrgica. La vida espiritual de la Iglesia se mueve al ritmo de los tiempos litúrgicos. Se desarrolla en función de los tiempos litúrgicos. Si la espiritualidad de la Iglesia es así, esto querrá decir que también lo ha de ser la nuestra. Hemos de tener una espiritualidad litúrgica, que viva en función de los tiempos litúrgicos.
Qué gran riqueza que hay en la liturgia! No nos la perdamos. Dios nos quiere bendecir a través de la liturgia, es necesario estar atentos a esta fuente de bendiciones.
A lo largo de este adviento el Señor nos quiere regalar unas gracias concretas relacionadas con el tiempo que estamos viviendo, recibirlas o no depende de nuestra disposición, de nuestras actitudes.
De la misma manera que la eucaristía no funciona automáticamente, sino que nos pide nuestra oración, nuestra participación interior y exterior, nuestra esperanza, nuestro deseo de entrar en comunión con Jesucristo. También los tiempos litúrgicos que son momentos de gracia especial exigen una implicación por nuestra parte. Recibiremos gracias en función de nuestras disposiciones y nuestra esperanza.
¿Para qué nos ha de servir el año litúrgico? Lo responde muy bien la oración colecta del día de hoy: “Dios Todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras”.
Empecemos este adviento con un deseo intenso de salir al encuentro de Cristo, que viene a nosotros. El año litúrgico nos ha de servir para encontrarnos más intensamente con Jesús.
¡¡Lo que queremos el día de Navidad es que Jesús nazca en nuestros corazones... o si ya está, se haga más presente!! Pues, para que esto pase hemos de preparar nuestros corazones.
Tres propuestas que nos vienen de la liturgia del día de hoy para preparar nuestros corazones:
1. Lo que nos decía la oración colecta: “Dios Todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras”... ¡¡Buenas obras!! Hacer buenas obras nos prepara para acoger a Jesús. Cada día hacemos buenas obras, seguro… pero, nos hace falta hacer un paso más,… al menos una nueva buena obra al día, un nuevo favor a alguien. Por la noche revisarlo: ¿hoy he hecho un favor especial? diferente de lo que hago. Esposos, esposas, hijos e hijas, piensa qué puedes hacer...
2. Una segunda propuesta que nos viene de la primera lectura. “Nosotros la arcilla y tu el alfarero: somos todos obra de tu mano”. ¡¡Qué imagen más perfecta y más poética!! Hemos de desear ser arcilla en sus manos, tener suficiente docilidad para que Él nos pueda trabajar y modelar. ¿Nos dejamos modelar por Dios? Si soy como soy ahora ¿es porque me he dejado modelar por Dios o porque he ido haciendo lo que me parece? Dejar que Dios sea el alfarero... ¿Cómo? Ahora lo explico...
A mi me parece que somos arcilla un poco seca, el Señor le cuesta mucho trabajarnos, tenemos criterios muy humanos, maneras de hacer muy humanas y poco evangélicas, mucha rutina encima, mucho funcionamiento automático, somos arcilla seca, que no puede ser modelada. La arcilla pasa de seca a modelable gracias al agua. ¿Sabéis cuál es el agua que necesitamos nosotros que somos arcilla seca? La oración. La oración es el agua que hace que la arcilla seca, nosotros, lleguemos a ser modelables por Dios.
Dejarse hacer. Cuesta, porque es contracultural. La sociedad nos habla de ser libres y hacer lo que nos de la gana... que todo es relativo. En cambio desde la óptica bíblica el hombre es hecho por Dios. Nosotros criaturas de Dios, nos hemos de dejar hacer, dejar modelar por Dios y así llegamos a la felicidad... Él quiere hacer una gran obra de arte en nosotros, no le estropeemos su plan.
3. Tercera propuesta nos viene del evangelio: Hoy Jesús nos dice: “Mirad, vigilad”. “ Velad entonces...”
“… no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos” “... lo digo a todos : ¡Velad! Jesús sólo nos propone cosas buenas, sólo nos propone cosas que nos hagan bien. Por tanto, este velar, este estar despiertos es bueno, ¡¡nos conviene!! Pero ¿qué querrá decir este “velar”?
Estar en vela se refiere a estar vigilante, atentos a las realidades espirituales. Es muy fácil distraerse con las cosas del mundo y muy fácil olvidarse de las realidades espirituales, vivimos en un mundo muy materialista.
Resumiendo, para vivir el tiempo de adviento y que Jesús nazca en nosotros hace falta:
. ¡¡Buenas obras!! ¡¡cada día...!!
. Intensificar la oración, ¿cómo? Venid y lo hablamos.
. Velar, estar atento a Dios… ¿cómo? buenas obras + oración.
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