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La "prudente" vida de los misioneros españoles en Birmania



El papa Francisco celebró en Rangún una misa ante cerca 150.000 personas en la que elogió la ayuda que da la Iglesia católica y sobre todo los misioneros, también españoles, quienes explican que tienen que vivir con "prudencia" al no ser considerados "oficiales".

En la misa en la explanada del Estadio Kyaikkasan, entre los católicos llegados de Birmania y también de otros países limítrofes también había cientos de religiosos y algunos misioneros.

Personas, como recordó Francisco en su homilía, que "incluso con medios muy limitados, anuncian el Evangelio a otras minorías tribales, sin forzar ni coaccionar, sino siempre invitando y acogiendo".

Carlos es un joven español; se encuentra sentado en una zona cercana al altar con algunos amigos y otros misioneros como él del movimiento Camino Neocatecumenal y lleva dos años en Birmania.

No quiere dar más detalles de su vida, porque como explica a Efe, tiene que llevar su labor "con prudencia", pues "no hay un visado para misioneros y tenemos que llevar nuestro trabajo un poco a escondidas".

Asegura que la Iglesia católica esta informada de la presencia de todos ellos, a los que el cardenal arzobispo de Rangún, Charles Maung Bo, conoce y apoya, pero reitera que, aunque la situación no es como en China o Vietnam, si es necesario "prudencia y respeto". "Mejor prudencia, pues no somos oficiales, pero confío en que en breve este país abrirá las puertas a los misioneros extranjeros para poder seguir trabajando", añadió.

Carlos se ocupa de "dar catequesis a los adultos y ayudar en todo lo que se pueda en la comunidad" y asegura que ha sido acogido muy bien en el país. En otro lugar reservado a los religiosos también se encuentra otro misionero que lleva siete años en el país y que también prefiere quedar en anonimato.

El problema -explica- es que en el país aunque hay una total libertad de culto no está permitido el "proselitismo" y por tanto los misioneros no pueden expresar libremente su misión y suelen identificarse como profesores o traductores.

A pesar de que los fieles católicos no llegan a los 650.000, respecto a los 52 millones de habitantes de Birmania, la Iglesia católica crece en presencia en Birmania.

"Hasta el 2014 teníamos un encuentro en el que solíamos juntarnos miembros de unas 9 o 10 Congregaciones diferentes, pero en estos últimos años ha habido un aumento. En la Conferencia de religiosos de Myanmar hay registradas un total de 13 Congregaciones masculinas y 28 Congregaciones femeninas", explica.

Su trabajo consiste en la formación de jóvenes, pero también "en visitar a gente enferma y mayor"."Ayudamos en pueblos de la montaña llevándoles ropa de invierno que nos donan personas y amigos con fábricas textiles en el país", detalla.

"Desde el año pasado, por petición de la gente del barrio donde vivimos, comenzamos a enseñar inglés a los niños y nos gustaría seguir haciéndolo también en otras materias escolares, sobre todo para aquellos que no tienen recursos económicos", agrega.

Pero siempre deben ocultar su verdadero origen de misioneros."Actuamos simplemente como personas cristianas comprometidas que ofrecen un servicio desinteresado a cualquier necesitado sin distinción de raza o religión. En el barrio somos Soyama (profesores) que ayudan a los niños", explica.

Según Obras Misioneras Pontificias Españolas, la Iglesia católica ha enviado 5 misioneros españoles, que se suman a los enviados por movimientos y otras asociaciones católicos.

Según los datos difundidos en diciembre de 2016 por la Conferencia Episcopal de Birmania, los católicos son 675.000, hay 939 sacerdotes diocesanos y religiosos, 1.398 religiosos (hombres y mujeres) y 2.695 catequistas. EFE - Cristina Cabrejas.

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