Papa Francisco en Audiencia General
La catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles estuvo dedicada a su reciente viaje en Myanmar y Bangladesh, que tuvo lugar del 25 de noviembre al 2 de diciembre.
Como es ya una tradición a la vuelta de cada viaje internacional, el Pontífice hizo un balance de la visita apostólica a estos dos países de Asia y repasó lo más importante.
Myanmar
“En los rostros de esos jóvenes, llenos de alegría, he visto el futuro de Asia. Un futuro que será no de quien construye armas, sino de quien siembra fraternidad”, dijo el Papa al hablar del primer país que visitó.
Francisco recordó que era la primera vez que un Papa acudía a Myanmar, algo posible gracias a que “se han establecido relaciones diplomáticas entre este país y la Santa Sede”.
“He querido, también en este caso, expresar la cercanía de Cristo y de la Iglesia a un pueblo que ha sufrido a causa de conflictos y represiones, y que ahora está lentamente caminando hacia una nueva condición de libertad y de paz”.
El Papa también recordó que es un país en el que “la religión budista está fuertemente radicada, con sus principios espirituales y éticos, y donde los cristianos están presentes como un pequeño rebaño y levadura del Reino de Dios”, a los que pudo “confirmar en la fe”.
Francisco mencionó las dos misas que presidió en Myanmar. La primera en Yangon, y la segunda dedicada a los jóvenes: “un signo de esperanza y un regalo especial de la Virgen María, en la catedral que lleva su nombre”.
Además, contó que bendijo aquel día las primeras piedras de 16 iglesias, del seminario y de la nunciatura.
También destacó la importancia de sus reuniones con las autoridades políticas del país para “animar los esfuerzos de pacificación del país y desear que todos los diversos componentes de la nación, ninguna excluida, puedan cooperar en tal proceso en el respeto recíproco”.
Sobre su encuentro con las comunidades religiosas, afirmó que expresó “la confianza en que cristianos y budistas puedan ayudar juntos a las personas a amar a Dios y al prójimo, rechazando toda violencia y oponiéndose al mal con el bien”.
Bangladesh
Después de Myanmar, acudió a la vecina Bangladesh que cuenta con una población mayoritariamente musulmana, por lo que su visita “ha marcado un paso más a favor del respeto y del diálogo entre el cristianismo y el islam”.
A las autoridades del país “he recordado que la Santa Sede ha ayudado desde el principio a la voluntad del pueblo de constituirse como nación independiente, como la exigencia que en ella siempre existe de libertad religiosa”, dijo el Papa.
“En particular, he querido expresar solidaridad a Bangladesh en su compromiso de socorrer a los prófugos Rohingya, llegado en masa hasta su territorio, donde la densidad de población está ya entre las más altas del mundo”.
El Obispo de Roma mencionó también la Misa en Daca en la que ordenó a 16 sacerdotes, “uno de los eventos más significativos y alegres del viaje”.
Por otro lado, explicó que a los obispos del país los ha “animado en su generoso trabajo por las familias, por los pobres, por la educación, por el diálogo y la paz social”.
“En Daca vivimos un momento fuerte de diálogo interreligioso y ecuménico con el que he podido subrayar la importancia de la apertura del corazón como base de la cultura del encuentro, de la armonía y de la paz”.
También habló de su visita a la Casa Madre Teresa de las Misioneras de la Caridad, “donde la Santa se alojaba cuando se encontraba en la ciudad y acogía a muchísimos huérfanos y personas con discapacidad. Allí, según su carisma, las hermanas viven cada día la oración de adoración y el servicio a Cristo pobre y sufriente”.
Por último, el encuentro con jóvenes “rico de testimonios, cantos y danzas”. “Una fiesta que ha manifestado la alegría del Evangelio acogido por esa cultura; una alegría fecundada por los sacrificios de tantos misioneros, de tantos catequista y padres cristianos”.
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