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Viernes de Misericordia

El Papa Francisco volvió a dejar el interior de los muros del Vaticano para visitar “Casa de Leda”, una residencia que fue confiscada al crimen organizado y que ahora alberga a mujeres detenidas y a sus hijos.

Continuando con los “Viernes de la Misericordia”, que el Papa inició durante el Jubileo de la Misericordia de 2016, Francisco abandonó el Vaticano a las 4:00 p.m. (hora de Roma) acompañado de Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.

Este tipo de casa es la primera que existe en Italia y su responsable Lillo Di Mauro, contó al Papa los esfuerzos para configurar la estructura, así como la importancia de restituir a la sociedad un espacio donde se pueda desarrollar un proyecto de gran humanidad.

“Santidad, Padre querido, somos los invisibles”, expresó emocionado al dar la bienvenida a Francisco.

“Somos algunos de los miles de niños y niñas hijas de padres recluidos en las cárceles italianas que vivimos con ellos en prisión o que vamos a visitarlos. Para defender la dignidad de nuestros padres detenidos nos cuentan mentiras, haciéndonos creer que entramos en un colegio o en un puesto de trabajo”, expresó, de acuerdo a una nota difundida por la Santa Sede.

“Somos perseguidos, violentados en nuestra intimidad de la mano de adultos desconocidos que nos quitan los peluches, los pobres juegos que son nuestros amigos, para abrirlos, controlarlos, a veces nos quitan la ropa interior para asegurarse de que nuestras madres no nos hayan escondido drogas”, añadió.

Además de denunciar que “para muchos somos estadísticas”, también reconoció que “para defendernos nos convertimos en agresivos e intratables, pero no somos malos, son los otros aquellos que no ven y nos quieren así: somos hijos de detenidos”.

En la actualidad viven en esta casa cinco jóvenes madres que tienen entre 25 y 30 años, algunas del pueblo gitano, pero también una de Egipto y una italiana.

El Papa conversó con algunas madres y sus hijos, así como con el personal que en ese momento se encontraba en la residencia. También jugó con los niños y les regaló huevos de Pascua de chocolate, lo que fue acogido con gran alegría.

Las madres, por su parte, regalaron al Papa algunas manualidades que realizan en la casa.

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